Origen y creación de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en Valladolid
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En 2018 la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid celebró los 50 años de su creación. El período de sus cinco primeros años, desde 1968 a 1973, hasta ahora inédito, es fundamental para conocer el desarrollo de la enseñanza de la arquitectura, sus variables, la pedagogía, y cómo fue la relación entre el mundo profesional y la sociedad del momento, en una época especialmente significativa para la evolución posterior. Se describe la creación de esta escuela, representativa por sí misma y de las demás escuelas públicas de arquitectura de las circunstancias sociales que hicieron aumentar su número de dos a seis en una década. Se fundamenta el texto en documentos públicos, archivos personales, publicaciones y entrevistas directas con los testigos y protagonistas de esos años.
Palabras clave: Arquitectura, Escuela de Arquitectura, Valladolid, años 60, Arquitectos
“¡Todo es política!” es quizá una de las frases que mejor resume y representa los acontecimientos de mayo de 1968 que movilizaron París y otros muchos lugares, y que duraron hasta 1970. Aunque las noticias llegaban a España con cierta dificultad en pleno franquismo, este descontento general, el movimiento estudiantil y el nombre de Cohn-Bendit eran bien conocidos.[1] La prensa vallisoletana recogía periódicamente durante esos años las noticias de Francia y las manifestaciones que se sucedían en España, en la Ciudad Universitaria de Madrid, bajo pancartas con el lema de «Obreros y estudiantes».[2] El alumnado español se incorporó de manera masiva a estas manifestaciones, en las que el descontento general mostrado en París incorporaba en España una faceta más específicamente política.
Durante todo el año 1968 la presencia de incidentes en la Ciudad Universitaria de Madrid y de Barcelona en la prensa fueron semanales, y la prensa local los destacaba casi a diario. Titulares como “la fuerza pública ha entrado en siete centros de la Ciudad Universitaria”, eran frecuentes referidos a Madrid, pero también a Santiago y Sevilla.[3] A causa de los incidentes se detenía a estudiantes [4] y se suspendían las clases, unas veces por días y otras, como las sucedidas en Madrid, en Valencia o Sevilla, sine die, sin especificar la fecha de la apertura.[5],[6] En la facultad de Filosofía y Letras de Madrid, cerrada por completo, los incidentes empezaban a ser violentos.[7]
Los incidentes se mantuvieron hasta bien entrada la década de los 70. En Valladolid, las manifestaciones más importantes no fueron en 1968 sino años más tarde, en 1972, cuando hubo importantes movilizaciones universitarias contra la Ley General de Educación, con incidentes y detenciones. Alcanzaron su momento más grave en 1974 y en 1975, cuando el rector Del Sol anunció el cierre de todas las facultades y escuelas universitarias vallisoletanas por tiempo indefinido.
El curso 1968-69, recordado especialmente por el estado de excepción que duró dos meses, tuvo importante repercusión en la escuela de Madrid.[8] Los estudiantes estaban fuertemente politizados, como quedó reflejado en el informe realizado por Javier Carvajal en su Libro Blanco. Esto tuvo su directa correlación con la estructura pedagógica.[9] Antón Capitel describe estos años sesenta de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, la ETSAM,[2] en los que la Escuela ”vivió una agitada y violeta crisis en la que vinieron a coincidir la todavía dura polémica entre una modernidad arquitectónica -tardía, pero segura triunfadora- y una “academia” obligada a batirse en franca retirada, y la importancia que en una intranquila universidad adquirió entonces la contestación al franquismo”.[10]
Otras fuentes coinciden: el curso 68-69 “es sin duda el año de la efervescencia política de mayor intensidad en las Escuelas de Arquitectura, coincidiendo con el período álgido de la lucha estudiantil en toda la Universidad Española.”[11] El Norte de Castilla publicaba que los alumnos madrileños de 4º curso de se habían negado a entrar en clase de construcción, y poco después se leía el titular ” Incidente en la escuela de arquitectura de Madrid: “¡Quemaremos la Universidad!”, dicen los estudiantes de arquitectura de Madrid”.[12]
En la Francia de 1968 las reivindicaciones específicas de los estudiantes de Arquitectura se orientaban hacia la repercusión social de la propia arquitectura, a interesarse por el papel de las disciplinas artísticas y el debate sobre la posición de artista del arquitecto.[13] El Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) había tenido en París su reunión de 1965 bajo el lema “The Trining of Architects”. Era su octavo congreso y se debatió entre la construcción formal y la tecnología, sobre si debía o no dirigir la enseñanza de la arquitectura hacia el entendimiento de la sociedad y un desarrollo cultural que “incremente su conocimiento del medio humano”. Finalmente se resumió el debate en que “la forma en que se enseña la arquitectura es más importante que la materia subjetiva básica”.[14] Pero en España las reivindicaciones estudiantiles tenía otro cariz.
La reflexión sobre qué y de qué forma debía enseñarse la Arquitectura evolucionó entre los propios educadores, como muestra, entre otros, Anasagasti ya en 1929, interesado por la enseñanza que entonces se realizaba en otros países europeos.[15] La pedagogía arquitectónica fue tema de interés del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos desde su formación en 1931 y a lo largo de su funcionamiento: constan los debates en los años 50. Todavía se consideraba vigente la cuestión, “encubierta bajo la máscara de las asignaturas artísticas por un lado y técnicas por otro, y en la peregrina y ciertamente muy académica consideración sobre si procede o no anteponer la palabra Técnica al título de (Escuela … Superior de Arquitectura) “.[16] Estos debates teóricos se venían sucediendo desde la propia creación de las escuelas de Arquitectura, cuya particular formación determinó la estructura de sus planes de estudio.
El origen de la Escuela de Arquitectura es diferente al de otras disciplinas universitarias clásicas. Procede de la Academia de San Femando, institución que tuvo el control en las enseñanzas artísticas, mientras que en otros países europeos procedía de instituciones politécnicas, más apoyadas en los conocimientos técnicos. De ahí el interés de Anasagasti por las escuelas de arquitectura (allí llamadas Facultades) del centro de Europa. En 1844 se reformaron las enseñanzas de Bellas Artes, separándose las de arquitectura, escultura, y pintura y grabado, dando lugar en Madrid a un “Estudio Especial de Arquitectura” dentro de la nueva Escuela de Nobles Artes. En 1857 estas enseñanzas se convirtieron en Escuela Superior de Arquitectura, (la de Barcelona se creó en 1875), de acuerdo con la llamada Ley Moyano, dependiente de la Universidad Central, que pasó a otorgar el título oficial. Desde 1957 fue Escuela Técnica Superior, y en 1966 se integró en el Instituto Politécnico de Madrid, que se convirtió más tarde en la Universidad Politécnica de Madrid en 1971. En resumen: su trayectoria fue evolucionando desde un origen artístico a la adquisición de otros conocimientos.
Durante el siglo XIX hubo varios planes de estudio: Fernández Alba señala doce cambios desde 1845 hasta 1896,[17] que muestran bastante titubeos e incluso diferencias entre las materias, dentro de un criterio pedagógico general que se mantuvo a través de diferentes generaciones. Anasagasti, Torres Balbás, López Otero y López Durán son señalados por Fernández Alba como arquitectos que intentaron introducir reformas importantes para preparar a los profesionales. El hecho de que algunos planes de estudio no duraran más de dos años puede deberse a un cierto deseo de irse adaptando a las diferentes necesidades de la sociedad. El ingreso preparatorio de dos años de estudio de cálculo, álgebra, geometría o mecánica, y de materias artísticas suponía una introducción durísima,[18] tan dura como amplias eran las competencias profesionales.[19]
En el siglo XX hay diferencias, bien en forma de planes diferentes o simplemente modificaciones, en los años 1914, 1932, 1956, 1957 y 1964. También Carvajal en su Libro Blanco avisó ya con alarma de los cambios que se estaban produciendo a mediados de siglo.[20] El Plan de estudios de 1964 era el que estaba vigente en 1968 cuando se creó la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid (ETSAVa)[3], siendo el siguiente posterior el de 1975.[21] Fue este Plan del 64 el que hubo de tratar la crisis surgida a partir de 1957. Luis Moya Blanco, que fue director de la ETSAM desde 1963 a 1966, se encontró ya desde el inicio de su tarea con dos problemas principales: la politización estudiantil y la magnitud de la masificación de estudiantes cuyo número, si había crecido un 40% en la década de 1944 a 1954, en la década siguiente se disparó a un 879 %.[22]
A la masificación se añadió la escisión creciente entre profesorado y alumnado y la desmitificación de la Escuela como centro de enseñanza. Según señala Fernández Alba, esta crisis fue sobrevenida por la natural complejidad de la estructura de la sociedad, la elevación del nivel tecnológico y una demanda inusual.[23] Se hicieron modificaciones: el Plan de Estudios de 1964 eliminó los cursos preparatorios selectivos, impulsó las disciplinas técnicas, redujo la dedicación a proyectos y distinguió entre dos especialidades; Urbanismo y Edificación. Finalmente se estructuró de la forma siguiente:
Primer año: Álgebra Lineal
Cálculo infinitesimal
Física
Dibujo Técnico
Geometría descriptiva
Análisis de Formas Arquitectónicas
Segundo año: Elementos de Composición
Ampliación de matemáticas
Ampliación de Física
Historia del Arte
Construcción I
Introducción a la Urbanística (cuatrimestral)
Economía (Cuatrimestral)
Tercer año: Proyectos I
Estética y Composición
Construcción 2
Instalaciones (cuatrimestral)
Cálculo de Estructuras I
Urbanística I
Electrotecnia y luminotecnia (cuatrimestral)
Cuarto año: Proyectos 2
Construcción 3
Cálculo de estructuras 2
Deontología, legislación y Valoración
Especialidad Urbanismo: Composición 2
Urbanismo 3
Especialidad de edificación: Técnicas de acondicionamiento
Matemáticas técnicas superiores
Quinto año: Proyectos 3 (cuatrimestral)
Historia de la Arquitectura y el Urbanismo
Construcción 4
Organización de obras y empresas
Especialidad Urbanismo: Prácticas de urbanismo
Jardinería y Paisaje
Instalaciones urbanas (cuatrimestral)
Urbanística 3
Especialidad de edificación: Proyectos de estructuras (cuatrimestral)
Mecánica del suelo y Cimentaciones especiales
Industrialización y prefabricación
Cálculo de estructuras 3
La Junta Superior de Enseñanzas Técnicas establecía los temarios, y orientaciones metodológicas, las horas dedicadas a cada temario y daba unas indicaciones.[24] Dentro del Plan de estudios las orientaciones pedagógicas dependían en cierta medida de los catedráticos, [25] que determinaban un programa según sus propios criterios y experiencia.[4]
El Norte de Castilla publicó en 1970 una visión estadística del estudiante universitario en España, que podía ser un reflejo de la situación en 1968.[26] Había entonces 151.517 estudiantes de Enseñanza Superior, comprendiendo Universidades y Escuelas Técnicas. La cifra incluía hombres y mujeres, aunque especificaba las preferencias en la elección de carreras en función del sexo: los varones se inclinaban preferentemente por la Ingeniería, mientras que las mujeres tenían el mayor contingente en Filosofía y Letras. Las especialidades menos estudiadas por los varones eran las Bellas Artes, y por las mujeres Agricultura y Veterinaria. Otro dato que se incluía en el estudio era la edad a la que se terminaban los estudios. En las enseñanzas técnicas superiores predominaba el grupo cuya edad promedio estaba entre los 24 y los 27 años y, en cambio, en los demás estudios se graduaban más jóvenes, entre los 22 y los 25 años. Tanto en la Universidad como en las Escuelas Técnicas más de la cuarta parte de los alumnos tenían edades superiores a 25 años.
También el alumnado libre se disparó en los años 60, y comenzó a descender en los 70. En 1969 en Madrid era de 1.220 alumnos en primer curso. El alumno libre solía ser normalmente un estudiante que no podía acudir a las clases ni a exámenes regulares: jóvenes rurales sin medios económicos para acudir a las grandes ciudades, mujeres casadas con obligaciones familiares, funcionarios y trabajadores. Sin una estadística oficial, se podría considerar que una cuarta parte de ellos ejercían un trabajo asalariado.[27]
Sobre el ambiente entre estudiantes en la ETSAM en los años 60, Antón Capitel (décadas más tarde director del departamento de Teoría y Proyectos de la ETSAVa) narró, de forma desenfadada y subjetiva en el artículo “Mis memorias de la Escuela de Arquitectura”, el mundillo interior de la Escuela, las relaciones entre estudiantes y profesores, y muy significativamente el trato entre estudiantes varones y mujeres. [28]
No cabe duda de que el número de mujeres estudiando Arquitectura era entonces minoritario. Cuando Anasagasti recorrió en 1929 las Facultades de Arquitectura de Francia, Austria y Alemania, le sorprendió la presencia de mujeres, casi inexistente en España. También era escasa o nula su presencia en la profesión aún en los años 60. Todavía en 1970 la presencia de mujeres en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM)[5] era de un 3%, [29] aunque estaban plenamente integradas en otras áreas. [6] Un estudio posterior mostró cómo el porcentaje de alumnas en las Escuelas de Arquitectura de Madrid y Valladolid subió desde un 11,6 % a un 17,8 % desde el curso 72-72 al curso 77-78,[30] y su incorporación gradual al ejercicio profesional.[31]
En 1974 el COAM promovió, a instancia de Javier Carvajal, un estudio sociológico sobre el perfil de sus arquitectos, sus características, sobre la profesión, su ejercicio, la problemática profesional y el futuro. [32] En este estudio, el arquitecto Javier Lahuerta hizo gráficas sobre la progresión del número de arquitectos, la estimación de los “necesarios”, y su comparación con los de otros países. Se estimaba que en España en 1968 el número de arquitectos era de 90 por millón de habitantes, mientras que era de 159 en Francia; 209 en Holanda; 268 en EE. UU.; 408 en Reino Unido y 426 en la República Federal Alemana (aún en 1970 estaba Alemania dividida).
Estas diferencias, que fueron muy comentadas, se basaban más bien en divergencias en las nomenclaturas y atribuciones de las titulaciones. Las cifras no españolas incluían en el cómputo profesiones asimilables en preparación y atribuciones a los Aparejadores españoles. Estas comparaciones, entre otros argumentos, produjeron cambios en el nombre de la titulación de los Aparejadores (Arquitectos Técnicos a partir de determinado momento) y en los Arquitectos de planes anteriores, que pasaron a ser, tras ciertos requisitos, Doctores Arquitectos.
Otros datos aportados por Lahuerta en el mismo estudio describía el número de alumnos y el número de Escuelas Técnicas Superiores de Arquitectura existentes y las estimadas según “lo conveniente”, adoptando como tal una ratio de 300 alumnos por escuela. Una gráfica mostraba la aceleración en los años 60 del número de estudiantes y de escuelas, el alejamiento entre lo existente y lo conveniente, y la magnitud del número de alumnos por escuela. Había siete Escuelas en 1971 atendiendo a 10.410 alumnos, lo que establecía una media de 1.487 alumnos por escuela.
Cuando se presentó este estudio, en 1974, además de las siete escuelas existentes estaban en formación otras tres. Hasta 1958 solo existieron en España dos escuelas de Arquitectura: Madrid (1857) y Barcelona (1875). Más adelante se crearon Sevilla (1958), Pamplona (1964, privada) y Valencia (creada en 1966 como filial dependiente de Barcelona, autónoma dese 1968). Tras la creación de la de Valladolid, en 1968, se crearon en los años 70 las de La Coruña (1973), Las Palmas (1973), Vallès (1973)[33] y San Sebastián (1977).
Es decir, los arquitectos eran ya conscientes del acelerado cambio que se estaba produciendo y los problemas que esto producía en la enseñanza. El aumento masivo de alumnos comenzó en los años 50: desde los 25 alumnos del curso 1943-44 de la escuela de Madrid a 5.700 en el curso 1975-76. La generación de arquitectos egresados en la anteguerra, como Gutiérrez Soto, ya estaba desapareciendo, y los años 60 estaban preparando un despegue económico y social inusitado que influyó en la calidad y la cantidad de profesionales que este desarrollo demandaba. El perfil del arquitecto se iba modificando “cada vez más desdibujado y convertido en utilitario”, perdiendo su capacidad de modificar el entorno físico y reduciendo su papel a algo más que la compartimentación del espacio”. [34]
En este contexto de cambio y crisis social, la ETSAM se encontraba agobiada de estudiantes. En sus actas de 1966 ya se dice que hay dificultades de espacio físico en las aulas. Hubo algunos intentos para impartir el primer curso de arquitectura en nuevas escuelas, que fueron rechazados por no reunir los requisitos legales, como el centro de estudios F.A.E. Este tema aparece habitualmente en las actas durante los años 60.[35] Especialmente era excesivo el número de alumnos de primer curso en relación con el número de los profesores, y aún para la misma capacidad física del edificio. Había que liberar la ETSAM, y era necesario realizar alguna acción. Había que gestionar de alguna forma la masificación.
La desproporción del número de estudiantes que ingresaban con respecto a los que pasaban al segundo curso era importante. Había que descongestionar la escuela de Madrid, por lo que se pensó en reducir la presión con ayuda de alguna ciudad del norte de España que pudiera hacer esta labor para el primer curso. Debió de haber debate sobre cuál podría ser esta ciudad. Se estudiaron varias posibilidades para concentrar en algún lugar una sección de la ETSAM que pudiera atender debidamente la demanda de este primer curso, especialmente en el cuadrante noroeste de la península, habida cuenta de la distribución geográfica de las recientes escuelas recién establecidas (Sevilla y Valencia). ¿Dónde se podría implantar? Quizá Bilbao, La Coruña, León, Valladolid… [7]
Rafael Fernández-Huidobro, director de la ETSAM entre 1967 y 69, se dirigió a Valladolid, para tantear la posibilidad. Entre sus ventajas, Valladolid tenía una Universidad establecida, funcionando plenamente desde hace siglos, organizada y con infraestructura. Tenía una Facultad de Ciencias recién construida y escuelas de Ingeniería en desarrollo y funcionando, con las que se podría contar. Había que asegurarse pues la parte más arquitectónica de la preparación de los estudiantes. Carlos Balmori, (Fig. 1) arquitecto vallisoletano testigo de estos primeros años, refiere que estuvo en una primera entrevista entre Fernández-Huidobro y Julio González, arquitecto en ejercicio en Valladolid (Fig. 2) con el que Huidobro tenía cierta amistad, ya que ambos procedían de las promociones de la República. En esta primera conversación Fernández-Huidobro planteó la intención de la creación de este primer curso de Arquitectura. [36]
Fig. 1 .Gasolinera en Plaza de Colón. Arquitecto Carlos Balmori. Año 1968 Foto Pando. Instituto del Patrimonio Cultural de España. IPCE. Ministerio de Cultura y Deporte.
Se confiaba en que los profesores de las ingenierías que entonces existían en la Universidad de Valladolid (UVA)[8] serían un importante apoyo en estos inicios para las asignaturas de Ciencias, y que fueran arquitectos locales quienes pudieran en una primera fase aportar la preparación de las asignaturas específicas del desarrollo de los estudios de arquitectura. (En el primer curso de Arquitectura, se consideraban coloquialmente como “teóricas” las asignaturas de Álgebra, Cálculo y Física, y como “prácticas” o “los dibujos” a las asignaturas de Análisis de formas, Geometría descriptiva y Dibujo Técnico”)
Fig. 2. Iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Arquitectos: Julio González Martín y Manuel López Fernández.. 1956. Foto: Archivo Municipal de Valladolid AMVA. FC 118.
Merece la pena detenerse en la figura de Rafael Fernández-Huidobro y Pineda (1908-1994). Titulado arquitecto en 1933, era catedrático de Construcción arquitectónica desde 1945. Fue director de la ETSAM y simultáneamente Decano del COAM de 1967 a 1969.[37] En 1968, en conferencia sobre Aguirre de Yraola, (arquitecto especializado en construcciones industrializadas),[38] Fernández Huidobro se mostraba decidido partidario de la industrialización: “actualmente [los arquitectos] necesitamos construir más rápidamente, en mayor cantidad y de mejor calidad, condiciones que impone nuestra sociedad”.[39] Para ello era necesario que las Escuelas de Arquitectura adaptaran sus programas. Abogaba por la industrialización como la única manera de conseguirlo. Él mismo la había aplicado en arquitectura escolar,[40] después de superar en su trayectoria un período nacionalista de posguerra (construyó el Gobierno Civil de Santander en 1948 [41] y las propuestas para la recuperación de esta ciudad tras el incendio de 1941).[42] Evolucionó finalmente por una arquitectura racionalista, siendo muestra el Colegio Primer Marqués del Turia de Valencia, de 1959, catalogado DoCoMoMo[9]. Dejó su legado a la ETSAM, que contiene 1945 documentos.
Tras los contactos de Fernández- Huidobro, como director de la ETSAM, con la UVA y los arquitectos locales, se dio forma a este proyecto con la Orden de julio de 1968.[43] Oficialmente “se autoriza la implantación de las enseñanzas del primer curso de Arquitectura en Valladolid dentro del plan de estudios derivado de la Ley de 29 de abril de 1964 y para el curso 68-69, cuyas enseñanzas estarán coordinadas con le ETSAM, de las que dependerán.” Estaban adscritos a este curso los alumnos que hubiera aprobado en el distrito el curso preuniversitario del por entonces plan de educación secundaria (el conocido como PREU). Tras esta orden formal se conformó el claustro de profesores y la organización interna, con ciertas dificultades. El triángulo formado por la UVA, la ETSAM y la “Escuela delegada de Madrid en Valladolid”, como era su nombre oficial, dio lugar al curso en ese mismo año 1968. El “polo de descongestión” ya estaba creado.
Los Colegios de arquitectos estaban organizados en España en ocho distritos principales, y el de Madrid incorporaba, entre otras provincias, la de Valladolid. Se funcionaba como “Delegación en Valladolid del COAM”, y con esta denominación aparecía en los documentos, hasta que se formó el Colegio de Arquitectos de Castilla y León-Este, décadas después. Colegiados y residentes en 1968 en Valladolid eran 13 (trece) arquitectos.[44] El presidente de la Junta de la delegación en Valladolid del COAM era el arquitecto Ángel Ríos Gómez. (Fig. 3)
Fig.3 Paseo de Zorrilla, Valladolid. Arquitectos: Ángel Ríos Gómez e Isaías Paredes Sanz. 1957-58. Foto: Daniel Villalobos, DoCoMoMo Ibérico.
En un principio, en los primeros contactos con la ETSAM para la creación de una Escuela en Valladolid, el Colegio de Arquitectos no estuvo involucrado.[45] Pero ya entrado 1968, el 14 de agosto, Ángel Ríos Gómez informó al Decano del COAM (era Decano el mismo Rafael Fernández-Huidobro, que compatibilizaba esta dedicación con la de Director de la ETSAM), que en junta de arquitectos se había hablado profusamente del tema de la creación de la delegación de la ETSAM.[46] Se había decidido en Junta que ”a la vista del saldo positivo de su cuenta, hace un donativo por una sola vez, a fondo perdido, de 300.000 pesetas, y un préstamo de 200.000 a reponer un vez recibidas las subvenciones, para la iniciación de los gastos de implantación de la ETSAM – Sección de Valladolid… haciendo ese donativo con el deseo de que sirva de estímulo a otros Organismos, de los que esperemos su colaboración”. Se comentó que se estaba en gestiones para que Ayuntamiento y Diputación aportaran otros donativos, se confiaba en un resultado positivo, y se pensaba también en dirigirse a importantes industrias de Valladolid relacionadas con la construcción, de las que se esperaba que colaboraran con alguna subvención. La cantidad donada era estimable en su momento,[10] y después sirvió para mantener su financiación en momentos delicados.
Se informó también en esa acta que en octubre estarían ya dispuestas las salas en la Facultad de Ciencias. A finales de agosto se pusieron en contacto con López Durán (Catedrático de Análisis de Formas arquitectónicas de la ETSAM) para recibir detalles de iluminación y mobiliario. Estaban ya dispuestos los profesores de “los dibujos”, y se había hablado con el Rector y Decano de Ciencias para que los catedráticos de Matemáticas y Física se encargaran de las “teóricas”. Y se comentó que “A finales de septiembre acudiremos los que nos hemos de ocupar de las enseñanzas, al Cursillo que nos tenéis anunciado, a celebrar en Madrid.” de donde se deduce una cierta preparación formativa o al menos organizativa.
Así se fue pergeñando el claustro: Cálculo, Álgebra y Física serían impartidas por los catedráticos Antonio Casanova y José Martínez Salas y el personal de la Facultad de Ciencias, ya experimentado. En cuanto a “los dibujos” (Geometría Descriptiva, Análisis de formas y Dibujo Técnico), había que buscar profesorado entre los arquitectos del lugar. Según Fernández Alba, entonces profesor en la ETSAM, no se buscaba una dirección pedagógica específica. Se trataba de acudir a los arquitectos locales, pues la ETSAM no tenía disponibilidad para desplazar y ampliar su profesorado madrileño.[47] Se consideró que el número mínimo para poder impartir las asignaturas específicas de Arquitectura era de nueve profesores. Teniendo en cuenta que el número de arquitectos residentes era de 13, casi todo el plantel colegial hubo de colaborar.
Se dispusieron las salas para impartir la docencia en la Facultad de Ciencias, (Fig. 4) de reciente construcción entonces, (proyecto de Ángel Ríos e Isaías Paredes), para lo que se habilitaron dependencias en los semisótanos. El 28 de febrero de 1968 se pidió presupuesto de 18 estatuas grandes, 39 medianas y 24 relieves (161.000 pesetas) para la asignatura de Análisis de formas. En septiembre de 1968 se pidieron presupuestos “para mobiliario de la ETSA, mobiliario para la Sección de Valladolid”, compuesto por “100 caballetes, 200 tableros de dibujo de iniciación, de 2 x 0,85 sin armaduras, 14 casilleros archivadores, para carpetas, 240 banquetas metálicas, 100 tableros de 1x 0,70 y 100 de 0,65 x 0,50”, y se incluyeron los portes hasta Valladolid. En diciembre de 1968 se pidieron presupuestos para proyectores con pie de 400 w, 8 de 150 y 64 de 2 x 40 w.”[48] Ya había local, había profesores y había material: iníciese pues el primer año de los nuevos estudios.
Fig.4 Alumnos entrando en la Facultad de Ciencias en 1968. Arquitectos: Ángel Ríos e Isaías Paredes. 1968 (¿) Foto: Archivo Municipal de Valladolid (AMVA)
Las cuestiones administrativas siguieron su propio recorrido. La ETSAM nombró delegado de la Dirección de la ETSAM en Valladolid a Julio González Martín el 3 de septiembre de 1968, y el 21 de noviembre le nombró encargado de curso de Geometría Descriptiva. [49] El 13 de noviembre se designó a Carlos Balmori López profesor encargado de curso de Dibujo Técnico.[50] Otros contratos llegaron más tarde; como el de Carlos Turiño, el 13 de mayo de 1969 para el propio curso 1968-69. Finalmente, ese primer claustro de 1968 se compuso, para “los dibujos”, de la siguiente manera:
Análisis de formas: José Ramón Bros Cuesta
José Luis Villa García
Julián Aguado Fernández
Jesús Vaquero Martín
Dibujo Técnico: Ángel Ríos Gómez
Carlos Balmori López
Isaías Paredes Sanz
José Luis Tuesta Caballero
Geometría Descriptiva Julio González Martín
Luis Añíbarro Blanco
Carlos Turiño Criado del Rey.
Se anunció el período de matrícula en El Norte de Castilla desde el mes de julio. Así empezó el curso el día 14 de octubre en la Facultad de Ciencias, entonces recién estrenada, en el Prado de la Magdalena. Ya el 16 de noviembre, un alumno, José Luis Lanao, escribió a El Norte de Castilla un correo espontáneo denunciando las dificultades sobre la falta de espacio en la Facultad de Ciencias para realizar las clases de dibujo, [51] que fue contestado cuatro días después, por el mismo sistema, por Julio González como delegado del director de la ETSAM, y Carlos Balmori, Delegado del Secretario. [52]
Entre la documentación del archivo de Julio González hay acta de una memoria sin firmar, de 22 de diciembre de 1968, redactada ya desde la “ETSAM sección de Valladolid”,[53] que describe el transcurso de este primer trimestre. Para ser compatible con las propias tareas de la Facultad de Ciencias y no molestar en su desarrollo, se impartieron las clases de Arquitectura de lunes a viernes por la tarde y los sábados por la mañana. Había 200 alumnos matriculados, que procedían de muy variados lugares, y 20 alumnos libres u “oyentes” (eran así también llamados los que tenían otro tipo de matrícula, sin obligación de asistencia regular). A los dibujos ha acudido el arquitecto Escorial desde la “escuela central” (en concepto de nexo con la ETSAM).
En este primer trimestre se describe una afluencia muy numerosa, “observando en general deseos de avanzar y aprender”, y el acta recoge que ya se habían realizado las elecciones de representantes de los alumnos. En las teóricas cada profesor oficialmente podía atender hasta 80 alumnos, pero en la realidad atendía hasta 100. Para las prácticas y los dibujos oficialmente eran 40 alumnos, aunque en la realidad eran 50.
Sin finalizar el curso 68-69, Fernández-Huidobro cesó como director de la ETSAM y fue nombrado nuevo director Víctor D´Ors, el 4 de febrero de 1969. D´Ors tomó entonces el relevo del contacto con Valladolid. [54] En septiembre realizó una visita, expresó su gratitud al profesorado por el esfuerzo realizado, y aconsejó mayor coordinación entre catedráticos, encargados de cátedra y de curso de “ambas escuelas” (Madrid y Valladolid). Para esta tarea se había de nombrar a un catedrático de Madrid (probablemente se nombró a Antonio Cámara, Catedrático Inspector de las secciones delegadas.) [55]
Este curso 69-70 se organizó en torno al profesorado de asignaturas “prácticas” con la estructura siguiente:
Director de la Sección delegada:
Julio González, confirmado el 2 de febrero de 1970.[56]
Secretario. Carlos Balmori
Jefe de estudios: Ángel Ríos Gómez
Geometría Descriptiva: Julio González, encargado de Cátedra
Luis Añíbarro, encargado de Curso
Carlos Turiño, encargado de curso
Análisis de Formas: Ángel Ríos Gómez, encargado de Cátedra
J. Ramón Bros Cuesta, encargado de curso
Julián Aguado, encargado de curso
“Otros que nombrará Madrid” (sic.)
Dibujo Técnico: Carlos Balmori, encargado de Cátedra
Isaías Paredes, encargado de curso
Luis Villa, encargado de curso
José María Fraile, encargado de curso.
¿Emilio Tejeda?
Las tareas se siguieron desarrollando entre problemas económicos: hubo dificultades para abonar la dedicación extra de los profesores de Ciencias,[57] y las de los arquitectos.[58] La organización de exámenes y la comprobación se coordinó con los profesores madrileños titulares, algunas veces de forma delegada, y se prepararon los trabajos de los alumnos para ser verificados por los encargados de Cátedra provenientes de Madrid. En este curso 69-70, por delegación del catedrático de Análisis de formas Adolfo López Durán fue Eduardo Baselga; por Dibujo Técnico, Pedro Rodríguez Riveiro; y por Descriptiva, José María Ruiz Aizpiri.
En la Facultad de Ciencias se habían realizado ciertas obras de adaptación para los estudiantes de Arquitectura, pero los problemas habían empezado a surgir tras los primeros meses de trabajo. Los profesores, y los alumnos desde el principio, se quejaban de que las enseñanzas se venían realizando en el semisótano del entonces recién construido edificio, pero que no eran instalaciones adecuadas ni por capacidad ni por idoneidad. Tampoco las asignaturas “teóricas”, en aulas sobrecargadas de horarios, estaba bien atendidas.[59]
En abril de 1970 hubo una reunión en la Facultad de Ciencias en la que participaron D´Ors y Antonio Cámara en representación de la ETSAM, gran parte del claustro de profesores de Valladolid, (Julio González, Antonio Casanova, José Martínez Salas, Isaías Paredes, Carlos Balmori. Emilio Tejeda, Ángel Ríos), unos 180 alumnos y el “Consejo de Curso.[60] El acta muestra las dificultades con las que se encontró la formación hasta entonces, y se hizo una proyección de futuro cercano (el curso 70-71), a la vista de la preocupación para encontrar profesorado. Los alumnos expresaron sus “discrepancias”, especialmente con la asignatura de Análisis de Formas, y surgieron algunos comentarios de tipo práctico (¿sería posible un economato?, etc.).
Pero se trató sobre todo el tema de la permanencia de estos primeros estudios, su proyección hacia los siguientes cursos, y de la necesidad de un espacio propio. Sobre la previsión de futuros cursos, Víctor D´Ors contestó que no era previsible su ampliación, al menos en 5 años. Quedaron muchas preguntas sin contestar: ¿Qué pasaría si hubiera más cursos? ¿cabrían en el lugar prestado de la Facultad de Ciencias?, ¿dónde se ubicaría este segundo curso? ¿y se podrían adaptar las instalaciones del antiguo monasterio de San Benito? ¿acaso cabrían en Ciencias? Entre los documentos existentes en el archivo de la UVA, de donde procede parte de los datos descritos en este artículo, una mano anónima escribió el 22 de abril de 1970 el resumen y la conclusión siguientes:
“Una vez más se analizan los problemas que tiene planteados la Escuela de Arquitectura, que prácticamente son vigentes en la actualidad”. [61]
Se había especulado en la ciudad sobre la posibilidad de construir una Escuela de Arquitectura en uno de los espacios del antiguo convento de San Benito. Este era uno de los pocos temas con los que la prensa se ocupó en 1968 de la Escuela de Arquitectura, aparte, claro está, de los avisos académicos habituales (los plazos de matrícula eran publicitados en El Norte de Castilla, distinguiendo entre alumnos libres y oficiales, etc.).[62] El Ayuntamiento vallisoletano previó en sus presupuestos dos millones de pesetas para la construcción de una ETSAVa el 27 de diciembre de 1968 y se anunciaron también gestiones en la prensa del día siguiente.[63] Al mismo tiempo se previó un edificio escolar con destino específico de Escuela de Peritos Industriales en el polígono de la Huerta del Rey, en una parcela adjudicada al Ayuntamiento por el Instituto Nacional de la Vivienda. Con el tiempo, fue precisamente en este edificio en el que los estudios de Arquitectura se desarrollaron en años posteriores.
Aparte de estas notas, la Escuela de Arquitectura no fue protagonista de noticias en estos primeros años de funcionamiento, a excepción de algunas actividades puntuales. Entre ellas, las realizadas por la “Comisión de Actividades Culturales de la Escuela”: el patrocinio de un concurso de “Christmas”, [64] y un concurso de fotografía, “Valladolid y su provincia vista por los estudiantes de Arquitectura”, dotado con un premio de tres mil pesetas.[65] En la actividad cultural de la ciudad, se anunciaron conferencias de algunos protagonistas del mundo de la arquitectura que visitaron la ciudad, como Rafael Leoz y Rafael Marquina [66] y Miguel Fisac (“Ilustre arquitecto hablará sobre urbanismo”), con entrevistas a toda página, [67] y un artículo J. Altés a la muerte de Gropius.[68]
Se llegó a anunciar la noticia de instalar la Escuela en San Benito: “La Dirección General de Bellas Artes cede el edificio de San Benito para Escuela de Arquitectura”, [69] tema que se trató en prensa varias veces.[70] Finalmente esto no sucedió, sino que la localización de le ETSAVa trascurrió hasta 1972 de prestado en la Facultad de Ciencias; después estuvo, también de prestado, en el edificio de Huerta del Rey de la Escuela de Peritos, hasta que en 1979 tuvo por fin su propio edificio.
La doble acepción de algunos términos lingüísticos, como “escuela”, muestra la identidad entre el propio edificio y la actividad que acoge, y entre la institución y el espacio físico que lo contiene. Es difícil, coloquialmente, distinguir entre la Escuela de Arquitectura como actividad pedagógica de la Escuela de Arquitectura como lugar donde se desarrolla esa actividad. Esta duplicidad de conceptos en la misma palabra no es caprichosa: quizá indique, por una parte, la versatilidad del vocablo, pero también la identidad de los significados, o incluso la dependencia entre ellos. ¿Puede existir una actividad pedagógica sin su espacio específico propio, deambulante, como los peripatéticos? ¿Fue la ETSA de Valladolid realmente una escuela, antes de tener su propio edificio? El hecho de estar “de prestado”, en una escuela ajena, pensada para otros formatos pedagógicos, (Fig. 5), en horarios forzados para no interrumpir los programas de Ciencias debió tener su influencia en estos primeros años. Los alumnos y los profesores lo indicaron repetidamente. Precisamente la enseñanza de la arquitectura, disciplina en la que se trata la concepción, el simbolismo y la articulación del espacio, habría de ser especialmente sensible a esta circunstancia.
Fig.5. Mural alusivo a las Ciencias en la antigua Faculta de Ciencias de Valladolid. Autor desconocido. Foto: Unidad Técnica de Arquitectura de la Universidad de Valladolid.
Anasagasti, arquitecto que activó la educación de la arquitectura a principios de siglo XX, confirió a este tema del espacio educativo varias reflexiones, sugiriendo un balance entre lo meramente utilitario y lo representativo. Lo deja reflejado cuando comenta una anécdota: en 1928, los estudiantes de arquitectura invitaron a venir a España a sus colegas del centro de Europa, como agradecimiento a la recepción que recibieron en un viaje anterior La Arquitectura se estudiaba entonces en “un destartalado caserón de la calle de los Estudios, el más detestable de los edificios madrileños destinados a la enseñanza”. Los alumnos españoles sintieron vergüenza de su escuela, e inventaron la argucia de ocultar el edificio y su fachada con unos andamios, excusándose de enseñarlo, pues el edificio “estaba en obras y no se podía visitar”, y salir así de lo que ellos consideraban una deshonrosa situación.[71] Esto fue años antes de que se inaugurara la Escuela de Arquitectura de Madrid en la Ciudad Universitaria en 1936.
Anasagasti resume hasta dónde la implantación física y la propia forma del espacio puede influir en la enseñanza académica y la respuesta del alumnado, diciendo que “se olvida que en nuestra profesión el sentimiento tiene tanto o más valor que la razón”.[72] Este “reparto oscilante y resbaladizo” del espacio educativo en los semisótanos de la Facultad de Ciencias es recordado por los estudiantes y profesores con cierta sorna y debió incidir en el carácter de provisionalidad e improvisación. La precariedad de instalación y medios es comparada por Leopoldo Uría con la situación del urbanismo pedagógico respecto al del urbanismo en general: a remolque de los problemas a resolver, la previsión, inexistente, se ve arrollada por las circunstancias reales.[73]
El curso 70-71 se inició con el anuncio en diciembre de 1970 de la suspensión de actividades docentes en la Ciudad Universitaria de Madrid, incluida la ETSAM, como consecuencia de los sucesos antifranquistas.[74] En febrero de 1971, los alumnos de Arquitectura de Valladolid, en número cercano a los dos centenares, que firman como “CETSA” (¿quizá “Comisión de Escuela Técnica Superior de Arquitectura”?) reunidos en asamblea, firmaron una carta dirigida a la Dirección. En ella exigían, en primer lugar, que se levantaran las sanciones que pesaban sobre los compañeros represaliados por las autoridades en los recientes sucesos. Criticaban al Plan del 64, las malas condiciones, la selectividad, por considerarla clasista y lo abstracto de las asignaturas, e incluyeron reprobaciones muy directas e inapropiadas sobre algunos profesores de las asignaturas teóricas.
En este curso ya se previó la preparación de un segundo curso, que venían solicitando especialmente los alumnos y el propio devenir de los acontecimientos. 52 alumnos solicitaron realizar el segundo curso, y se previeron 300 alumnos libres (se supone que para ambos cursos). El segundo curso aumentaba el número de asignaturas, y por tanto la necesidad de profesorado. Además de las seis asignaturas fundamentales del curso, había Religión, Formación Política, Educación Física e Inglés, pero las circunstancias ya hacían operativa únicamente la última, resultando fuera de lugar las otras tres. En el año 71 había ya 507 alumnos, y también importantes problemas económicos, que se suplían como se podía. [75] La ETSAVa seguía “de prestado” en la Facultad de Ciencias, por la que pagaba alquiler. Como personal administrativo tenía tres personas; un funcionario para secretaría, un auxiliar administrativo y un contable tres horas semanales. Con retraso le llegaba el dinero procedente de la ETSAM, sólo podían ir tirando con el fondo recibido del COAM, delegación de Valladolid, y los ingresos de matrícula.[76]
El problema seguía siendo, ente otros, encontrar profesorado. En abril de ese año Víctor D´Ors se dirige a Julio González para anunciarle que “el profesor Camuñas tiene dos los profesores, Arenillas e Hidalgo, están dispuestos a ir a Valladolid a impartir Construcción I. En ese momento ninguno más.” Al plantel inicial de profesores arquitectos de los cursos anteriores, se han ido añadiendo nuevos profesionales de reciente título, pero la situación sigue siendo precaria. En mayo de 1971 son los profesores los que muestran su malestar. Julio González, Ángel Ríos, 25 profesores de la facultad de Ciencias y el claustro de profesores arquitectos, a los que se han añadido Jesús Curiel, Alejandro Font, José María Fraile, Leopoldo Uría y Emilio Tejeda, dirigieron al director de la ETSAM una carta. En ella solicitaban la mejora de funcionamiento, sin la cual consideraban que el segundo curso no se podía implantar. La media de estudiantes atendidos era de 300, además de los alumnos “libres”; lo que suponía una sobrecarga excesiva. Las instalaciones no eran suficientes, no se recogían las horas realmente empleadas, y el aspecto administrativo dejaba mucho que desear.[77]
El problema fue transmitido por el director de Madrid al director de Universidades para que la Escuela de Valladolid dependiera de la UVA en lo que respectaba a locales y administración, pero en programa de estudio y exámenes dependiera de la ETSAM, en tanto pasaran años de prueba y la nueva escuela dependiera de la UVA como una facultad más. En una de estas cartas, D´Ors se lamentaba de la situación, y pensaba que “a su entender, la Escuela no debió colocarse en Valladolid, sino en Oviedo o Bilbao, como descongestión de la de Madrid y aún la de Barcelona, para dar solución a la “demanda norteña en el capítulo de enseñanza superior de arquitectura”. [78]
Finalmente, la Orden Ministerial de 15 de julio de 1971 autorizó el Segundo Año para el curso 1971-72, pues “La experiencia adquirida en su funcionamiento y la creciente matricula de la Escuela de Madrid aconsejan que se intensifique la medida adoptada, extendiéndola a los cursos posteriores de carrera, y que las enseñanzas se desarrollen en el futuro como parte integrante de las que se cursan en la correspondiente Universidad.” [79]
Se creó el claustro de profesores nuevamente con profesores procedentes de la Facultad de Ciencias y de la Escuela de Ingeniería, y se amplió el plantel de arquitectos locales que impartían las clases de Dibujo, Análisis de formas y Construcción. El 27 de octubre de 1971 la relación del claustro era la siguiente (en cursiva los arquitectos locales): [80]
Cálculo Infinitesimal
Santos Alfredo Cordero Castaño
Pilar Merino Magarola
José Ignacio Echarren Garatea
Diego Javier Varela de Vega
Ángel Primo Martínez
Álgebra lineal
Fernando Franco Carreño
Pedro Muños Tenreiro
Santos Alfredo Cordero Castaño
Mª del Carmen Crespo Martínez
Ampliación de matemáticas
David Azcarretazábal Matecón
Grupo III Física
Antonio Castellanos Mata
Juan I. Arribas Alonso-Villalobos
José Luis Casanova Roque
Misael Llorente Alonso
Ampliación de Física
José Luis Casanova Roque.
Análisis de formas arquitectónicas
Ángel Ríos Gómez
Julián Aguado Fernández
Jesús Curiel Lorente
Alejandro Font Ordóñez
Francisco Hernández Vara
Agustín Ferreira Villar
Grupo V Geometría Descriptiva
Julio González Martín
Luis Añíbarro Blanco
Francisco Iturralde Falcón
Eladio Loriente Guerra
Grupo VI Materiales de Construcción
Isaías Paredes Sanz
Pedro Cardenal de la Calle
Grupo VII Historia del Arte
Luis Alberto Mingo Macías
Francisco de la Plaza Santiago
Jesús Urrea Fernández
Grupo VII Elementos de Composición
Leopoldo Uría Iglesias
Grupo IX Dibujo Técnico
Carlos Balmori
Leopoldo Uría Iglesias
Jesús Curiel Lorente
Javier López de Uribe y Laya
Santos Muñoz Muñoz
Francisco Hernández Vara
Grupo XII Economía y Organización
Juan Niño Martín
Manuel Martín González
Grupo Introducción a la urbanística
Ángel Ríos Gómez
Pedro Núñez Tenreiro
Grupo Inglés
Francisco López Martínez
Aun así, la decepción por la escasez de atención sigue creciendo. El 2 de diciembre de 1971 los profesores nuevamente manifestaron descontento y escribieron esta vez al Rector de la UVA, ya que las transferencias administrativas habían pasado a ésta. Ante la previsión de un tercer curso reclamaban profesorado, previsión, locales adecuados y dotación económica, y especificaban que los profesores “fueron ajenos y no participaron en ningún momento con su información en la creación de esta escuela, cuyas condicionantes de mayor peso fueron los políticos”.[81]
La ETSAVa siguió sin embargo funcionando, y, Carlos Balmori, como secretario, probablemente a principios de 1972, redactó un informe sobre el desarrollo de los tres primeros años de funcionamiento, cómo fueron y cuál era su estado económico y financiero.[82] En este informe se comentaba que el número de alumnos era de 450 para el primer curso. Procedían 89 de traslados de PREU de distritos universitarios de Oviedo, Santiago, Bilbao y Zaragoza, más 200 alumnos procedentes de los años anteriores y 210 alumnos nuevos. Para el segundo curso había ya matriculados 52 alumnos y se esperaban 300 libres.
Seguían las dificultades económicas. Para el personal administrativo, escaso (un secretario, una auxiliar administrativa y un contable a horario parcial) y con el que se manejaban difícilmente, se recibieron desde 1968 algo más que 250.000 pesetas, el resto se había ido cubriendo con el fondo dado por el Colegio de Arquitectos y los ingresos de la matrícula. Para pasar a la Universidad, quedaban muchos puntos pendientes, como las tasas, el régimen administrativo dependiente de la Universidad, sanear la economía y una Escuela propia.
La proporción apropiada para la Escuela de Arquitectura era de un profesor cada 50 alumnos para las prácticas y de un profesor cada 100 alumnos para las teóricas, [83] pero estas proporciones eran superadas tanto práctica como teóricamente.[84] La situación era difícil, tanto en los aspectos meramente pedagógicos como en los económicos, de espacio y de funcionamiento.
En febrero de 1972 Julio González presentó su renuncia como profesor encargado de cátedra de Geometría descriptiva, y es de suponer que también como director de la ETSAVa, pues el 2 de marzo de 1972 hay una carta de Ángel Ríos Gómez ya presentándose como nuevo director. Esta carta estaba dirigida al Rector, y en ella previno sobre las deficiencias para el curso 72-73. Los alumnos habían presentado una carta, firmada por aproximadamente 200, con quejas que en síntesis eran la falta de instalaciones, la falta de profesorado suficiente y finalizaba diciendo que, si no eran solucionados estos problemas, “exigen la supresión de la Escuela”.
Finalmente, el 15 de junio se creó por el Decreto 1701/1972 una Escuela Técnica Superior de Arquitectura en Valladolid. [85] La propuesta fue formulada con fecha siete de diciembre de 1971 por el Rectorado de la Universidad de Valladolid, tras implantarse los estudios de primero y segundo año por Órdenes de 1968 y 1971, y considerando que concurrían circunstancias que aconsejaban su creación, en la que se impartirían los tres ciclos de la Educación Universitaria.
El 3 de agosto de 1972 Ángel Ríos escribió al director general de Universidades, Luis Suárez Fernández, para denunciar que tenían matriculados 500 alumnos y se encontraban absolutamente desbordados. En septiembre de 1972, en el presupuesto que se solicitaba para el curso 72-73, que ascendía a 210 millones de pesetas, se incluía la construcción de un edificio propio, pero además como necesidades más urgentes e inmediatas las siguientes: equipamiento con mesas de dibujo, banquetas o borriquetas en número de 350, caballetes, mesas de corrección, archivadores, biblioteca, despacho, modelos de estatuas clásicas, equipamiento de talleres para dibujo técnico, despachos para cada una de las cátedras, material para maquetas, laboratorios de física para cálculo de estructuras, biblioteca con su equipamiento y libros, mesas de lectura, etc. En resumen: todo. Jesús Urrea recuerda que tenía que dar clase “con los alumnos de pie, (y yo también) en las aulas de la planta baja de la Facultad de Ciencias, con el proyector Kodak que me compró Ángel Ríos colocándolo sobre un taburete y proyectando en la pared de gotelé...”[86]
Nuevamente hay otra carta de Ríos del 25 de octubre de 1972 al rector en la que un grupo de profesores[11] insiste en que la atención económica es mínima, y que para las asignaturas específicas de profesionales arquitectos se han estado surtiendo en cursos anteriores de arquitectos con residencia en esta zona para paliar el problema y como mal menor, pero con plena consciencia de que se requerían profesionales comprometidos y con condiciones pedagógicas para la docencia.
Finalmente, Ángel Ríos Gómez presentó también su dimisión como director de la ETSAVa a José Ramón del Sol, Rector de la UVA, el 30 de octubre de 1972. En ella quiso dejar claro que cuando fue propuesto por el claustro de Profesores para ese cargo expresó su negativa, pero lo ostentó en precario para no frenar la marcha de la escuela. Tres días después hizo entrega de la documentación sobre cursos anteriores, para su análisis, y confiando en que pudiera ser estudiada en previsión de soluciones para la precaria situación. Habían trascurrido cuatro años desde las primeras clases, el 14 de octubre de 1968. [87]
En noviembre de 1972 el Rectorado, ya asumida al completo la posesión de la Escuela de Arquitectura, publicó un artículo en El Norte de Castilla donde decía que la enseñanza de las asignaturas llamadas «específicas» (Análisis de formas, Dibujo técnico, Geometría descriptiva) no habían podido impartirse aún por falta de profesorado específico —doctores arquitectos—, ya que “algunos de los que venían impartiendo la enseñanza en los pasados cursos académicos, no habían renovado su contrato por falta material de tiempo para atender debidamente sus tareas docentes”. El Rectorado agradecía, tanto a estos profesores, como a los que continuaban en su labor, la tarea realizada en los pasados años, en “unas condiciones de docencia verdaderamente difíciles”.[88]
La nota del Rectorado en el periódico describió que se habían incorporado cinco nuevos doctores arquitectos, cuatro doctores ingenieros (uno de ellos catedrático de cuerpo) y dos profesores de Bellas Artes. Se mencionó a Antonio Cámara, Antonio Fernández Alba y Javier Carvajal, catedráticos de la Escuela de Arquitectura de Madrid, con quienes algo debieron tratar en esta etapa de traspaso, aunque ninguno de ellos ejerció su profesorado en la ETSAVa. En la nota se incluyó también a José Vivancos Andrés, ingeniero, catedrático de Mecánica de fluidos y Máquinas hidráulicas y neumáticas de la Escuela Superior de Minas de Oviedo, quien finalmente se convirtió en director de la Escuela de Arquitectura, a fuer de ser el único profesor perteneciente al Cuerpo Especial de Catedráticos Numerarios de Escuelas Técnicas Superiores. [89]
A la espera de la construcción definitiva de la Escuela de Arquitectura, aún sin ubicación clara, se prepararon las clases en la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial, dirigida entonces por Pedro Sánchez, recién inaugurada en la Huerta del Rey y prevista para recibir un alumnado de 1.200 estudiantes. Podía pues acoger, además de sus propios alumnos, los 343 estudiantes de Arquitectura matriculados en primer curso y los 49 en segundo. El traslado de la Escuela de Arquitectura a estos nuevos locales podía permitir, además, la realización del tercer curso de arquitectura para el año académico 1973-74, ya en previsión.
Poco tiempo después, al mes siguiente, aparecen nuevamente quejas en El Norte de Castilla, bajo el epígrafe “No se ha resuelto nada con el traslado la escuela de arquitectura, en peor situación que antes”.[90] Por falta de mobiliario, las clases se impartían a caballo entre la Facultad de Ciencias y la Escuela de Ingeniería. No les parecía a los estudiantes que fueran instalaciones adecuadas, y otro tema que se apuntaba era el de la insuficiencia de las aulas. Según los alumnos, existía capacidad para el alumnado oficial, pero eran insuficientes para acoger a la totalidad de los estudiantes, más de seiscientos, muchos de los cuales cursaban sus estudios por enseñanza libre, cuya matricula, según ellos, estaba muy recargada con repetidores de curso, carecían de mobiliario, no disponían de bibliotecas, salón de actos ni sala de coloquios, la cafetería no funcionaba (sic.) y. por si fuera poco, algunos de los nuevos profesores no se habían incorporado y la escuela estaba todavía sin un director que coordinara los estudios y los intentos para resolver esta situación.
En España en 1964 había 2.271 afiliados a la Hermandad Nacional de Arquitectos (HNA) [91], lo que supone un número muy similar al de arquitectos ejercientes, distribuidos en ocho Colegios de Arquitectos.[12] El número mayor de arquitectos se encontraba en el Colegio de Madrid, al que Valladolid pertenecía. Colegiados residentes y activos en esta provincia de Valladolid en 1968 eran 13 en total, (en paréntesis el año de colegiación):[92]
Julián Aguado Fernández (1964)
Luis Añíbarro Blanco (1964)
Carlos José Balmori López (1959)
José Ramón Bros Cuesta (1945)
Julio González Martín (1935)
Joaquín Hernández Bravo (1964)
Manuel López Fernández (1928)
Isaías Paredes Sanz (1957)
Ángel Ríos Gómez (1957)
José Luis Tuesta Caballero (1949)
Carlos Turiño Criado del Rey (1967 ?)
Jesús Vaquero Martín (1949)
José Luis Villa García (1967 ?)
Cuando se propuso la idea de crear una delegación de la ETSAM se consideró que para las asignaturas “prácticas” se necesitaban al menos nueve profesores, arquitectos locales, ya que la escuela de Madrid no disponía de ellos para cumplir las necesidades del número de estudiantes previsto. Conseguir nueve docentes, de un conjunto de trece colegiados, y no predispuestos a la docencia, contextualiza este comentario de Turiño:
Recuerdo que nos reclutaron a lazo, que teníamos la obligación moral de dar clase pues si no la escuela se iba a Bilbao. Así es que todos, salvo excepciones muy prudentes, arrimamos el hombro. Casi todos estuvimos en la ETSA: Añíbarro, Fraile, Julio, también José Luis Villa, yo… Creo que me dieron el puesto de técnico encargado de geometría descriptiva, y como no había nominación, nos repartíamos el sueldo entre dos. No tomamos la decisión, nos la tomaron, así es que hubo que dar rápidamente un repaso a una asignatura que hacía ya más de seis años, en mi caso, que habíamos estudiado. Yo recuerdo repasar durante la comida, pues las clases eran a las cuatro o las cinco, y tenía que estar preparado a las complicadas respuestas de los alumnos, porque dibujábamos en la pizarra.
Yo había estado unos meses en el Ayuntamiento, desde finales de 1968 a primeros de 1970, y era con tu padre (sic.) compañero de trabajo. A todos nos convocaron; ten en cuenta que cuando yo llegué a Valladolid era el colegiado número 13…[93]
José María Fraile, que se colegió a finales de 1968,[94] y Leopoldo Uría, que se incorporó algo más tarde, en 1970, corroboran esta situación:
Era dificilísimo encontrar profesores, encontrar algún arquitecto que quisiera dar clases en la Escuela… Recuerdo que yo iba por la calle y prácticamente se les cazaba así, pidiéndoselo por favor, y yo les decía, “oye, ¿querrías dar tú dar clases de tal en la escuela…?” Los arquitectos tenían entonces una dedicación profesional muy intensa. Para mí la docencia completaba aspectos que se quedaba cortos en el ejercicio profesional.[95]
Turiño recuerda también que esto sucedía en pleno franquismo y estuvo vigente hasta 1976 el control estatal: las reuniones de un determinado número de personas habían de ser autorizadas con permiso gubernativo, lo que hacía más complicado todo proceso.[96]
Finalmente se reclutaron los profesores necesarios. Ninguno de ellos, en principio, estaba dedicado a la docencia. Mientras en España existieron solamente dos escuelas de Arquitectura, Madrid y Barcelona, y después Sevilla, la docencia en arquitectura era una vocación especifica, alejada del ejercicio en provincias y compatible con el ejercicio de la profesión. La década 60 se presentaba con sus propias circunstancias. El trabajo en las décadas 50-60 en una capital de provincia como Valladolid, en crecimiento en pleno desarrollismo, era importante. Todos los arquitectos ejercían o comenzaban a ejercer la profesión en sus estudios propios o en organismos oficiales. El primer claustro estaba compuesto por los nueve arquitectos ya citados, pero en los cursos siguientes se fueron incorporando arquitectos recién titulados: José María Fraile, Eladio Loriente, Leopoldo Uría, Luis Alberto Mingo, Javier López de Uribe... Casi todos los arquitectos del COAVa participaron en estos primeros cinco años, y tal como recoge Leopoldo Uría:
“Hay que señalar que en general todos eran conscientes de los problemas anteriores y bastantes se resistían en parte ante la responsabilidad de su incorporación y la lógica falta de experiencia; sólo la urgente necesidad de cooperación planteada como solidaridad con “futuros compañeros” … permitió completar el número necesario” [97]
La oportunidad de ejercer como docentes se presentó para estos profesionales de forma inesperada. Los que finalmente dieron un paso al frente y asumieron esta nueva actividad recibieron algún tipo de preparación, pero ninguno de ellos había proyectado su dedicación o vocación profesional por este camino. Años después, pocos de ellos (Balmori en diferentes materias; Fraile, que finalizó con una cierta amargura;[98] Uría, (Fig. 6) que fue posteriormente director de 1999 a 2008) mantenían una dedicación docente. En un principio, en 1968, colaborar a la creación de la ETSAVa se trataba de una actividad ocasional, para comenzar con urgencia una tarea que les venía más o menos forzada.
Fig. 6. Viviendas y Oficinas de Caja España en Plaza de España. Arquitectos: Joaquín Hernández, Leopoldo Uría, Miguel Costa. 1968 Foto: Daniel Villalobos, DoCoMoMo Ibérico.
Estos profesionales se prepararon asignaturas para la docencia, aun habiendo pasado años o incluso décadas desde el final de su formación; no obstante, esto hubiera requerido una orientación, unos objetivos de formación profesional, una unidad en la pedagogía, en los métodos de preparación de los estudiantes más allá de los planes de estudio marcados desde la ETSAM. No queda constancia documental de acciones en este sentido.[99] El ejercicio de cátedra era totalmente libre e individual, cada profesor determinaba su propia línea.[100],[101] Queda sin embargo constancia en la eficacia de los resultados. Con los métodos aplicados, los estudiantes obtenían calificación acorde con los niveles de calidad del alma máter, la ETSAM, que enviaba profesores para los tribunales y valoraciones finales, y verificaba que se cumplieran sus objetivos en similares proporciones que en Madrid.
Un artículo en la revista Arquitectos de 1980, ya realizado cuando existía alguna promoción egresada de Valladolid, detallaba entre sus comentarios más significativos cómo la calidad de los resultados de la ETSAVa era comparable a la de Madrid y Barcelona, (corroborado en conversaciones con Balmori, Uría y Fraile). Este artículo relataba también otras curiosas observaciones: que esta escuela (la de Valladolid) resultaba un 28 % más cara por estudiante y año que la madrileña, que tenía una deuda mayor con el Ministerio de Educación, que cuatro quintas partes de sus ingresos procedían de las matrículas oficiales, que un 36 % de éstas eran gratuitas o semi gratuitas, que no todas las becas se cubrían y que no había clasismo en la Escuela. También clamaba el artículo contra el carácter vitalicio de las Cátedras universitarias, y mostraba que estaba todavía pujante el debate entre profesor vocacional y el profesional activo en el papel de arquitecto docente.[102]
Entre el cuadro de profesores de la recién embrionaria Escuela de Valladolid de 1968 había arquitectos con experiencia profesional acumulada ya acreditada, y otros de ellos acababan de incorporarse al ejercicio activo. El veterano era Julio González, titulado en 1935, en la República. Tuesta, Vaquero, Ángel Ríos, y Carlos Balmori, ya titulados en la posguerra, tenían ya cierta experiencia y estaban totalmente integrados en pleno ejercicio de la práctica profesional. Los demás estaban incorporándose. El registro del DoCoMoMo, incluye en su catálogo obras de Julio González, de Ángel Ríos con Isaías Paredes, de Añíbarro y Aguado (Fig. 7) y de Uría. [103] lo que muestra la integración consciente del profesorado en la arquitectura del Movimiento Moderno.
Fig.7 Colegio Juan XXIII de las Discípulas de Jesús (interior de la capilla)- Arquitectos Julián Aguado Fernández, Luis Aníbarro Blanco 1969. Foto: Daniel Villalobos, DoCoMoMo Ibérico.
La experiencia profesional acumulada de ese primer plantel de profesorado estaba probada; no así la pedagógica. En la disciplina arquitectónica, la relación o la oposición entre docencia y experiencia profesional ha sido siempre tema de debate. ¿Qué es preferible en caso de elección: vocación docente o capacidad pedagógica?, ¿capacidad para transmitir la experiencia profesional, o simplemente poseerla? A lo largo de décadas este tema ha sido controvertido por generaciones: Anasagasti, en 1928, en Enseñanza de la Arquitectura, refiriéndose al plan de estudios entonces vigente, el de 1914, desaconsejaba la desvinculación de la enseñanza académica de la actividad real. El mismo concepto, en otros términos, fue expresado por Quetglas aplicado a la escuela de Barcelona de los años 60, admirando “el entretejido entre la profesión y la escuela”, y la posibilidad de recibir clase de arquitectos que definían el modo de hacer arquitectura, y no “despachos por un lado y endogámicos académicos por el otro”. [104]
Las razones por las que la vocación pedagógica era muy extraña y poco frecuente entre los arquitectos fueron muy bien descritas por Leopoldo Uría en 1977.[105] Señala, entre otras cosas, cómo los procesos de creación arquitectónica dependen de una visión operativa concreta, son fundamentalmente personales y de difícil transmisión. Referido concretamente a Valladolid, subraya cómo en la creación de la escuela el profesorado estaba muy ligado a la profesión local. El ejercicio profesional tenía entonces una gran demanda y había grandes expectativas de trabajo. Dentro del desarrollo general del país, específicamente Valladolid sufrió un gran crecimiento y desarrollo constructivo, [106] tanto en la práctica privada como en otras: fue la provincia donde más viviendas de protección oficial se estaban creando en relación con el número de habitantes.[13]
Añadidas a estas primeras circunstancias, queda constancia de otras más: los problemas de la falta de previsión, los económicos de la propia Escuela y de la remuneración de los profesores, lo inadecuado del espacio, las tensiones y protestas de los estudiantes y, como circunstancia más global, el momento en general de incertidumbre de los conflictos universitarios y extrauniversitarios, imposibles de descontextualizar del momento de despertar político. El mundo estudiantil comenzaba a cuestionar a su profesorado y en general a la autoridad. El plantel de profesores fue modificado en varias ocasiones. En los cinco primeros años de funcionamiento y hasta 1973, hubo numerosos cambios en el profesorado y en las direcciones de ambas escuelas. En Valladolid, Julio González la ocupó desde noviembre de 1968 a febrero de 1972, y Ángel Ríos desde febrero de 1972 hasta octubre del mismo año. (Fig. 8) En Madrid, Fernández-Huidobro fue director desde 31 de abril de 1967 al 21 de enero de 1969, y Víctor D´Ors desde esa fecha hasta 31 de enero de 1972. Todos, los cuatro, renunciaron a medio curso, lo que indica tensiones internas.
Fig. 8. Los arquitectos Julio González Martín (i) y Ángel Ríos Gómez (d). 1970 (¿) Foto: Archivo personal de JGM.
Las circunstancias no apoyaban. La masificación que se pretendió combatir con la instauración de unos cursos en Valladolid evidenciaba ya los problemas que vinieron mucho después: crisis encadenadas de la universidad, tanto de medios como de procedimientos superados por las circunstancias, que alcanzaron importantes deficiencias en los mecanismos educativos. Conflictos internos y contextos que hicieron llegar a concluir a Uría en 1977, con cierta tristeza, que la enseñanza estaba funcionando ya bajo mínimos y que se había llegado al “deterioro límite”.[107] Quizá esta desilusión explica la rotación en el cuerpo docente y el desencanto con el que aquellos profesionales recuerdan la embrionaria experiencia de esos primeros años de la ETSAVa. [108] [109]
Los primeros cinco años del comienzo embrionario de lo que después fue la ETSAVa vinieron determinados por su referencia a la ETSAM, por la evolución de su proceso de descongestión y descentralización, en una suerte de centrifugación forzada por las circunstancias sociales, sin un proyecto pedagógico establecido de antemano. Se culminó esta primera etapa gracias a la coincidencia del esfuerzo de los primeros profesores: unos, los provenientes de la Facultad de Ciencias, que vieron ampliado su alumnado y otros, los arquitectos locales que en 1968 estaban en activo. Estos arquitectos, además de colaborar con su esfuerzo personal, lo hicieron económicamente a través de su Colegio. Esta aportación a la creación de un proyecto de Escuela en principio no fue más que una ayuda, un soporte casi sentimental a la escuela en la que mayoritariamente se habían formado, la ETSAM.
Finalmente, estos inicios balbucientes, a pesar de estar sometidos a la imprevisión académica, la precariedad y a las tensiones sociales del momento, llegaron a término al concluir en la ETSAVa, tras cinco años de esfuerzo mantenido. Después de estos comienzos, la organización y funcionamiento de la ETSAVa pudo tener una estructura autónoma dentro de la UVA en la que desarrollar su programa pedagógico con imagen propia, y no limitarse a ser una extensión de la escuela madrileña.
NOTA DE LA AUTORA: En la investigación se han utilizado los documentos y fuentes señalados en la relación de referencias. Para informaciones adicionales y complementarias, se agradecería contacto a info@mjg.es
[1][1] María Jesús González Díaz, Dra. Arquitecta por la UPM, es hija del arquitecto Julio González Martín.
[2] Se denominará con el acrónimo ETSAM a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.
[3] Se denominará con el acrónimo ETSAVa a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid.
[4] Por ejemplo, el temario de López Durán, catedrático de Análisis de Formas de la ETSAM, determinaba en 1964 los temas en un orden progresivo para su programa de Primer curso:
[5] Se denominará con el acrónimo COAM al Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
[6] Nota de la autora: manera de ejemplo, el informe COAM de 1974 fue realizado por un equipo investigador dirigido por 3 varones, ejecutado por 44 mujeres y mecanografiado por otras 4.
[7] No se ha facilitado ninguna documentación de las actas de esa época por parte de la Dirección de la ETSAM, lamentablemente.
[8] Se denominará con el acrónimo UVA a la Universidad de Valladolid.
[9] DoCoMoMo, Fundación Documentación y Conservación del Movimiento Moderno.
[10] Respecto a esta cantidad, a manera de referencia, según el BOE, en 1968 las bases de cotización a efectos de Seguros Sociales Unificados, Seguro de Desempleo, Mutualidades Laborales y Formación Profesional, eran para ingenieros y titulados, 5.670 pesetas mensuales, y auxiliares administrativos 2.520. (se supone que jornaday dedicación completas).
[11] Ángel Ríos, Carlos Balmori, Leopoldo Uría, Javier López de Uribe, Agustín Ferreira, Julián Aguado, Jesús Curiel, Javier Hernández y Eladio Loriente.
[12] La distribución de los Colegios de Arquitectos era; Andalucía Occidental, Badajoz y Canarias; Andalucía Oriental; Aragón y Rioja; Cataluña y Baleares; León, Asturias y Galicia; Madrid; Valencia y Murcia; Vasco-Navarro
[13] La media anual de viviendas construidas entre 1965-69 con protección oficial por 100.000 habitantes, era de 1.307 en Valladolid, frente a, por ejemplo, Madrid (778), Barcelona (708) o la de menor índice, Lugo con 59.
[1] El Norte de Castilla 18 octubre 1968
[2] El Norte de Castilla 17 de mayo de 1968
[3] El Norte de Castilla 28 de marzo de 1968
[4] El Norte de Castilla 31 de marzo de 1968
[5] El Norte de Castilla 2 de abril de 1968
[6] El Norte de Castilla 23 de abril de 1968
[7] El Norte de Castilla 17 de mayo de 1968
[8] Gómez Santander, J,M, Vélez, A. Ordenación de las enseñanzas de la Arquitectura durante el período 1960-1970. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 183.
[9] Carvajal, J. Reforma de la carrera de arquitectura. En Revista de educación 218. Diciembre 1971: 5-20.
[10] Capitel. A. Javier Vellés: Arquitectura Ilustrada. Artistas Españoles Contemporáneos n.º 3. Arquitectura Fundación Argentaria. Madrid 1995. 84-89162-27-1 P. 3
[11] García-Escudero. D., Bardi Milá, B. El debate sobre la enseñanza de la arquitectura en España: 1957-1975. En Blanco · Nº 28 · 2020 · Texturas en Hormigón. Pag. 106-123
[12] El Norte de Castilla 8 de octubre de 1968..
[13] Mai 68. L´architecture aussi! Exposición en la Cité de lÁrchiytecture et du Patrimonie. Comisaire:
Carolina Maniaque DOI: 10.5821/palimpsesto.18.5679
[14] Howarth, T. Two Meetings, Two Dimensions. Architectural Education: UIA in Paris. Journal of Architectural Education (1947-1974). Vol. 20. No. 3&4- Feb. Mºay 1966. Pp 42-43- http://doi.org/10.2307/1423945
[15] Anasagasti, T. Enseñanza de la arquitectura. Cultura Moderna Técnico Artística. Madrid, 1923. Sucesores de Rivadeneyra.
[16] Vidaurre Jofre, J. Panorama histórico de la enseñanza de la Arquitectra en España desde 1845 a 1981. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 48
[17] [17] Fernández Alba, A. Aprendizaje y práctica de la arquitectura en España. En El arquitecto: historia de una profesión Cap. XI. Madrid, 1984. ISBN 84-376-0476-1. https://oa.upm.es/30353/
[18] García Gener, P .La docencia de la ETSAM en su contexto histórico 1844 2015. Trabajo de fin de grado. 2016. Escuela Técnica Superior de Arquitectura.
[19] Uría, L. Conversación mantenida con la autora en El Espejo, Madrid, 20 de octubre de 2022.
[20] Carvajal, J. Reforma de la carrera de arquitectura. En Revista de educación 218. Diciembre 1971: 5-20
[21] Archivo Histórico Digital de la Biblioteca de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). https://ahdb.upm.es/index.php/informationobject/browse?page=2&ancestor=352979&topLod=0&view=card&onlyMedia=1&sort=alphabetic&sortDir=asc
[22] García G- Mosteiro, J. Luis Moya Blanco, director de la Escuela 1963-66. https://oa.upm.es/51280/1/1991_director_JM.pdf
[23] Vidaurre, J. Panorama histórico de la enseñanza de la Arquitectura en España desde 1845 a 1981. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 80
[24] Archivo General de la Administración, A.G.A. Legajo 33254
[25] Archivo General de la Administración, A.G.A. Legajo 30945
[26] El Norte de Castilla 26 de marzo de 1970
[27] García Sánchez, JJ., Gaviria, M. Informe sobre la enseñanza de la arquitectura en las Escuelas de Madrid y Valladolid. Comisión del COAM, Madrid 1980. ISBN: 8485572076. P. 83
[28] Capitel, A. Mis memorias de la Escuela de Arquitectura | Antón Capitel. Rev Veredes, 4 octubre, 2013. https://veredes.es/blog/mis-memorias-de-la-escuela-de-arquitectura-anton-capitel/
[29] Informe sociológico sobre la profesión de arquitecto en el COAM. Promovido por Javier Carvajal. Abril 1975. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
[30] García Sánchez, JJ., Gaviria, M. Informe sobre la enseñanza de la arquitectura en las Escuelas de Madrid y Valladolid. Comisión del COAM, Madrid 1980. ISBN: 8485572076. P. 83
[31] Martín-Moreno, J., De Miguel, A. Los arquitectos en España. Estudio sociológico de la profesión. Hermandad Nacional de Arquitectos. ISBN 84-309-0630-4
[32] Informe sociológico sobre la profesión de arquitecto en el COAM. Promovido por Javier Carvajal. Abril 1975. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid
[33] García-Escudero. D., Bardi Milá, B. El debate sobre la enseñanza de la arquitectura en España: 1957-1975. En Blanco · Nº 28 · 2020 · Texturas en Hormigón. P. 106-123
[34] Fernández Alba, A. Arquitectura y Enseñanza. Aproximaciones a su ideología y práctica en la España contemporánea. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 48
[35] Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Acta de 9 de diciembre de 1966. Archivo General de la Administración A.G.A. LEGAJO 33253
[36] Conversación de la autora con Carlos Balmori López, en su domicilio de Valladolid. Vídeo realizado en fecha 6 de junio de 2019.
[37] Boletín del COAM. Año 1967 nº, 1 enero. -mayo 1967
[38]Garralón, MC. In memoriam de Fernando Aguirre de Yraola. Informes de la Construcción, Vol. 65, 532, 562, octubre-diciembre 2013. ISSN: 0020-0883. eISSN: 1988-3234
38 Fernández Huidobro, R. La enseñanza de las nuevas técnicas en las Escuelas de Arquitectura. Revista Arquitectura n 110. 1968. P. 1.
[40] Fernández Huidobro, R., Pintado, P. Plan Nacional de Construcciones Escolares 1958.”
[41] Fernández Huidobro, R. Gobierno Civil. Revista-nacional-arquitectura-1948-n76-P. 125 f
[42] Saiz Martínez. D, Fernández Huidobro, R., Fraile, J. Reconstrucción de Santander. revista-nacional-arquitectura-1941-n10-11 P.24 d
[43] Boletín Oficial del Estado B.O.E. 24 de julio de 1968. Nº 177 P. 10854
[44] Guía de arquitectos del COAM. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. 1968
[45] Conversación de la autora con Carlos Balmori López, en su domicilio de Valladolid. Vídeo realizado en fecha 6 de junio de 2019.
[46] Carta de Ángel Ríos a Fernández Huidobro de fecha 14 de agosto de 1968. Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2
[47] Fernández Alba, A. Conversación telefónica con la autora, el 7 de septiembre de 2022.
[48] Archivo General de la Administración A.G.A. Legajo 35376/ Carpeta, 2839/69
[49] Archivo personal de Julio González Martín, Carpeta 300.
[51] El Norte de Castilla 17 de noviembre de 1968,
[52] El Norte de Castilla 20 de noviembre de 1968,
[54] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[56] Archivo personal de Julio González Martín, Carpeta 300
[57] Carta de José Luis Ramos Figueras, subdirector general de Enseñanza Técnica Superior, Ministerio de educación y ciencia a Ángel Ríos Gómez. Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja n0 7/1/339
[58] Conversación de la autora con Carlos Balmori López, en su domicilio de Valladolid. Vídeo realizado en fecha 6 de junio de 2019
[59] Carta de D´Ors al Rectorado de Valladolid. Mayo de 1971. Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[60] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[61] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
Entrada nº 5091.
[62] El Norte de Castilla 11 de abril de 1969
[63] El Norte de Castilla 27 de diciembre de 1968 y 28 de diciembre de 1968.
[64] El Norte de Castilla 18 de diciembre de 1968
[65] El Norte de Castilla 3 de mayo de 1972
[66] El Norte de Castilla 25 de marzo de 1969 y 26 de marzo de 1969
[67] El Norte de Castilla 20 de febrero de 1968 y 25 de febrero de 1968
[68] El Norte de Castilla 3 de agosto de 1969
[69] El Norte de Castilla 30 de mayo de 1969
[70] El Norte de Castilla 30 de mayo de 1969, y 31 de mayo de 1969
[71] Anasagasti, T. Enseñanza de la arquitectura. Cultura Moderna Técnico Artística. Madrid, 1923. Sucesores de Rivadeneyra P.9
[72] Anasagasti, T. Enseñanza de la arquitectura. Cultura Moderna Técnico Artística. Madrid, 1923. Sucesores de Rivadeneyra P.16
[74] El Norte de Castilla 2 de diciembre de 1970.
[75] Fraile Galán, J.M. Conversación telefónica con la autora, agosto de 2023
[77] Archivo personal de Julio González Martín, Carpeta 300
[78] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[79] Archivo personal de Julio González Martín, Carpeta 300.
[80] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[81] Archivo personal de Julio González Martín, Carpeta 300
[82] Archivo personal de Carlos Balmori López Facilitado por Balmori.
[83] Soraluce Blond, J.R. . La creación de las escuelas de arquitectura de La Coruña por la fundación Barrié de la Maza. Boletín Académico. Escola Técnica Superior de Arquitectura da Coruña, 1988, 9: 4-7. ISSN 0213-3474
[84] Informe de 1971. Archivo personal de Carlos Balmori López.
[85] Boletín Oficial del Estado BOE 5 de julio de 1972. Nº 160. P. 12081
[86] Urrea Fernández, Jesús. Comentarios por correo electrónico a la autora, 11 de marzo de 2024.
[87] Archivo Histórico de la Universidad de Valladolid. Legajo 1566/8 y Legajo 11339/2 Caja nº 7/1/339
[88] El Norte de Castilla 21 de noviembre de 1972
[89] Boletín Oficial del Estado BOE. 23 de febrero de 1967. Nº 46.
[90] El Norte de Castilla 13 de diciembre de 1972
[91] Memoria. Hermandad nacional e Arquitectos. Ejercicio 1964.
[92] Relación Alfabética de Arquitectos 1968. Editada por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos y la Hermandad nacional de Arquitectos. 1968.
[93] Turiño, C. Conversación telefónica con la autora, el martes 1 de junio de 2021.
[94] Fraile Galán, J.M. Conversación telefónica con la autora, agosto de 2023
[95] Uría, L. Conversación mantenida con la autora en El Espejo, Madrid, 20 de octubre de 2022.
[96] Ayer entró en vigor la nueva ley de reunión. El País 31 de mayo de 1976.
[97] Uría, L. Descentralización escolar. Escuela de Valladolid. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 241
[99] Fernández Alba, A. Conversación telefónica con la autora, el 7 de septiembre de 2022
[100] Uría. Conversación. Uría, L. Conversación mantenida con la autora en El Espejo, Madrid, 20 de octubre de 2022.
[101] Fraile, J.M. Conversación telefónica con la autora, agosto de 2023
[102] Informe sobre la enseñanza de la arquitectura en las escuelas de Madrid y Valladolid. (Homologación del título de arquitecto en Europa e Iberoamérica) Consejo Superior de Colegios Oficiales de Arquitectos de España, ISSN 0210-0673, Nº. 32, 1980, págs. 13-18
[103] Catálogo 2023. Fundación DoCoMoMo Ibérico.
[104] Quetglas Riusech, José Francisco. La evolución de las escuelas de arquitectura. "Palimpsesto", Març 2012, núm. 04, contraportada, p. 16. 10.5821/pl.v0i4.1253
[105] Uría, L. Descentralización escolar. Escuela de Valladolid. En Ideología y enseñanza de la arquitectura en la España Contemporánea. Tucar Ediciones. 1975. ISBN 84-85199-01-4 P. 241
[106] Martín-Moreno, J., De Miguel, A. Los arquitectos en España. Estudio sociológico de la profesión. Hermandad Nacional de Arquitectos. ISBN 84-309-0630-4 P. 239
[107] Uría, L. ¡Las mujeres y los niños primero! Análisis de la enseñanza en España. Revista Arquitectura, nº 206-207, segundo cuatrimestre 1977.
[108] Fraile Galán, J.M. Conversación telefónica con la autora, agosto 2023
[109] Turiño, C. Conversación telefónica con la autora, el martes 1 de junio de 2021.