Dar a calor a las personas es preferible a calentar el espacio.
English below if available
Las grandes catedrales, los palacios, incluso edificios de nuestro Movimiento Moderno del siglo XX tienen unas condiciones interiores de temperatura que ahora nos resultan ásperas. Sin embargo han sido (y siguen siendo) habitados y utilizados.
Quizá en su tiempo coincidían dos circunstancias; por una parte se era menos exigente con las condiciones de climatización gracias a una adaptación mejor al medio y unas costumbres más austeras. Por otra parte, existían unas ciertas soluciones bioclimáticas, pasivas (compartimentación, tapices, alfombras, textiles, ropajes, etc) y activas (chimeneas, braseros, estufas, calentadores...) que ahora desechamos.
En un momento determinado, desde los años 60 ó incluso 70, abandonadas esas dos circunstancias de adaptación y bioclimatismo, e ilusionados por nuevas tecnologías basadas en una energía en su tiempo barata, se introdujeron sistemas de climatización de gran consumo energético que encajaban en estos edificios como un elefante en una cacharrería. Conocida ya esa experiencia, ¿podríamos dar ahora alguna solución para ofrecer aclimatacion de grandes espacios, de una forma razonable, tanto en su volumen como en su consumo energético?
Para aclimatar grandes esacios ha de econtrarse una solución tecnológica que haga agradable la estancia a la personas, y a su vez cumpla con nuestras exigencias ecológicas. Propongámonos este planteamiento: no se trata de calentar el espacio, sino de que quien lo use se encuentre a gusto en él. En definitiva, que haga habitable al edificio.
El prototipo diseñado según la patente ES2532029, realizado como banco para una iglesia, es un paso en la investigación sobre un sistema de baja temperatura que con diseño adecuado y modulable puede proporcionar confort térmico en un espacio de grandes dimensiones y con un reducido consumo energético de fuente renovable (no es eléctrico).